Busco en cada rincón, espanto el aire de los rincones, remuevo hasta mis cajones e intento encontrarte. No estás, nunca apareces. Y si lo haces te largas. Como tantos otros. Voy al sitio donde te dejé y te has ido. Nadie. Soledad. Mi única compañía soy yo y a veces creo que ni siquiera me conozco, apenas me caigo bien. Silencio. Y no basta. Ni siquiera es suficiente cuando me susurras. Ahogo los gritos con la almohada. Y cae gota a gota cada una de mis penas. No hay más. Palabras vacías, ¿y qué? Sigo igual. Sola. Sin ti. Sin nadie...
jueves, 6 de marzo de 2008
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